Hace poco leí el libro "The Culture Map" de Erin Meyer. En los últimos 10 años, estudié entre México, Francia y Alemania. Mientras leía el libro, que apunta más a la cultura laboral y empresarial de todo el mundo, no podía dejar de pensar en ciertas situaciones que también me ocurrían en mi vida diaria con los alemanes.
Meyer usa escalas, básicamente coloca a los países en una línea donde hay dos extremos. Cada extremo tiene una categoría y los países encajan dentro de la línea que tiende más a la izquierda o la derecha. Aquí las tres cosas con las que más me identifiqué:
1. Confianza
Se necesita confianza en los negocios, pero también en la vida diaria. Meyer explica los dos extremos de la escala: basada en tareas, donde la confianza se genera a través de actividades relacionadas con el negocio. Las relaciones laborales se crean y abandonan fácilmente en función de la practicidad de la situación. Haces un buen trabajo de manera consistente, eres confiable. Disfruto trabajando contigo, confío en ti. El otro extremo es la relación donde la confianza se construye al compartir comidas, drinks por la noche, visitas a la máquina de café, se entiende la idea, ¿no?. Las relaciones laborales se acumulan lentamente a largo plazo. Veo quién eres en un nivel profundo, comparto tiempo personal contigo. Conozco a otros que confían en ti, así que confío en ti.
Cuando leí esto, me sentí un poco perdida. Soy mexicana, y es cierto, los mexicanos construimos relaciones al compartir experiencias que nos unen: comida, música, bebidas, lo que sea. Los alemanes pueden cenar contigo, pero eso no significa que haya confianza. Todos los días en México, donde quiera que vaya, la gente está acostumbrada a decir "buenos días", "buenas tardes". Aunque no conozcas a la gente, eso es lo que hacemos. Además, en los ascensores, las personas se saludan y al salir siempre dicen "bonito día". Siempre deseamos a todos un buen día.
En Alemania hay que adaptarse a muchas cosas. Si el sol no brilla (que es la mayor parte del año), cuando sonríes a los extraños, piensan que estás loca. Nadie dice nada en los ascensores, la gente entra y sale. Los meseros no son amigables. No hacen bromas, cumplidos ni preguntan cómo va tu día.
Entonces, ¿cómo se construyen relaciones con "culturas coco" como los alemanes? Se llaman cocos porque tienen una cáscara dura, difícil de romper (si alguna vez intentaste abrir un coco, sabes lo difícil que es), pero por dentro son muy suaves. Entonces, en lugar de usar un machete para abrir un coco, inviertes en confianza afectiva. ¿Que es esto? Construyendo intereses comunes y encontrando un terreno común.
Por ejemplo, conocí a mi mejor amiga alemana en un Bla Bla Car de Berlín a Kassel. Ella iba a viajar a México y quería consejos. Entonces, nuestros intereses y puntos en común fueron consejos de viaje a México, español y salsa (de comida y baile).
¿En el trabajo? Bueno, creo que me he convertido en una mezcla de ambos extremos de la escala de Meyer. Tengo más experiencia trabajando con los coco, así que sigo siendo profesional. Soy amigable pero cuidadosa y enfocada a resultados. El trabajo es una cosa y la vida privada es otra. Tienes colegas y amigos. Al trabajar para alemanes y estudiar en Alemania, uno debe ser constante en el trabajo, efectivo y confiable.
2. Desacuerdos
Al definir el desacuerdo, Meyer sugiere hacerse esta pregunta: "Si alguien en mi cultura no está de acuerdo con mi idea, ¿eso sugiere que me está desaprobando a mi o a mi idea?"
Nuevamente establece dos extremos en la escala: confrontación, donde el desacuerdo y el debate son positivos para el equipo u organización. La confrontación abierta no tendrá un impacto negativo en una relación. Y la no confrontación es donde el desacuerdo y el debate son negativos para el equipo y la organización. La confrontación abierta romperá la armonía del grupo o afectará negativamente las relaciones.
Lo primero que me vino a la mente fue mi novio alemán. ¡Tantas peleas que tuvimos y todo tenía sentido en un párrafo del libro de Meyer! Es alemán es 100% pro confrontación. Soy mexicana, latina y no conflictiva. Además de esto, tanto los mexicanos como otras culturas como los italianos, son emocionalmente expresivos. Por otro lado, los alemanes son emocionalmente inexpresivos (a veces es por eso que son vistos como fríos). Siempre pensé con mi corazón y ¿él? Con la cabeza.
Meyer explica que los alemanes tienen una palabra llamada Sachlichkeit que significa objetividad. Son capaces de separar la opinión o idea de alguien de la persona que expresa esa idea. Cuando no están de acuerdo, debaten la posición de alguien. No desaprueban a la persona, más bien debaten sobre todo de manera racional. Si te desafían, es porque eres interesante. ¿Mexicanos? Bueno, nos tomamos todo en serio. Hablamos con pasión, con nuestros corazones. Somos sensibles y fácilmente nos pueden herir. Tienen que tratarnos con pincitas. Para nosotros, no es fácil separar a la persona de la opinión. Si atacas mi idea, me estás atacando, así que evitaré el desacuerdo abierto para no dañar nuestra relación. Cuando hablamos en voz alta, incluso parece que estábamos enojados. Añádelo a nuestro lenguaje corporal y será mejor que huyas.
Cada relación tiene desacuerdos, pero esto siempre fue un gran problema para mi novio alemán y para mí. Con el tiempo, aprendió que necesita elegir sus palabras sabiamente para no lastimarme. También me di cuenta de que yo actuaba tan dramáticamente como en una telenovela. Durante mis estudios de maestría siempre tuvimos debates, así que gracias a ello también aprendí que con la confrontación alcanzas la excelencia. Te vuelves más creativo y maduro porque estás abierto a escuchar y aprender de otra persona. Entonces, mis queridos mexicanos, ¡abran la confrontación, no lo tomen como algo personal! ¡Permítete ser desafiado!
3. El Tiempo
Meyer identifica nuevamente dos extremos de la escala. El tiempo lineal: donde los proyectos se abordan en una secuencia, paso a paso. Una cosa a la vez, sin interrupciones. El enfoque está en la fecha límite y cumplir con un horario. Énfasis en la buena organización en lugar de la flexibilidad. Y, por supuesto, el otro extremo de la escala es el tiempo flexible, donde los proyectos se asumen de manera fluida, cambiando las tareas a medida que surgen las oportunidades. Muchas cosas se tratan a la vez con interrupciones aceptadas. El foco está en la adaptabilidad. La flexibilidad se valora sobre la organización.
De nuevo, ¿dónde está México? En el tiempo flexible final. ¿Y Alemania? Al final del tiempo lineal. Mientras vivía en Alemania, siempre encontraba todo de acuerdo al plan, muy organizado y puntual, incluso si los alemanes se enojaban por el retraso de 3 minutos de un tranvía, tren o metro. La cosa es que los alemanes pueden planificar, pero en México todo cambia en cuestión de segundos. No puedes programar algo para meses porque nadie sabe lo que sucederá. Simplemente sigue la corriente para sobrevivir.
Tan mexicana como soy, tengo que admitir que me volví más lineal que flexible. Siempre sufrí en México porque soy demasiado organizada. Necesito establecer metas, pasos y cumplir con los plazos. Disfruto trabajar con alemanes porque también están organizados. En Berlín, en la oficina de pasantes, trabajabamos de 9 a 12 sin decir una palabra, en caso de que alguien tuviera una pregunta, se rompía el silencio. Todos estaban callados y trabajando. A las 12, era la hora del almuerzo y todos hablaban normalmente, como si nada. Luego a las 13 hrs, de regreso al trabajo y nuevamente, silencio. Todos estaban listos para salir de la oficina a las 16.30 hrs. Al principio me sorprendió. Estoy bastante segura de que también debe haber drama en las oficinas alemanas, pero apuesto a que nunca como en México.
Mi primer trabajo en México se sintió como una escena de Bety la Fea: gente chismorreando, contando chistes, escuchando música de banda, comprando cosas de los otros colegas (papas, dulces, bufandas, tupperwares, maquillaje de Avon, lo que sea). Era como un mercado dentro de la oficina. Y, por supuesto, era impensable irse antes del jefe a las 16.30 incluso si ya había terminado con mis tareas. En este asunto, me considero una mexicana muy rara porque no soporto las interrupciones o una situación al estilo Betty la Fea en la oficina.
Reflexiones finales y recomendaciones para evitar un choque cultural
Las experiencias internacionales ayudan. Desarrollan la capacidad de reconocer las reacciones de los demás y adaptarse. También puedes conocerte mejor y, aunque tu cultura siempre definirá algunos de tus comportamientos, no lo es todo. Es parte de ti pero no debería definirte.
Me encanta la forma de pensar en uno de los amigos de mi novio: siempre dice que es alemán (nacido en Berlín), pero vive en París desde hace muchos años y trabaja para una empresa francesa. Paga impuestos allí y habla francés como un nativo. Por lo tanto, se siente más europeo.
Como en mi caso, a veces siento que no encajo en la categoría mexicana. Tampoco encajo en el mundo de los cocos. Supongo que las personas que están más expuestas a los intercambios internacionales no tienen un mapa cultural definido. ¿Tu que crees? ¿Cuál ha sido tu experiencia?
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